viernes, 16 de febrero de 2018

SMART WORKING IN THE MORNING

Como bien sabéis todos nuestros versados seguidores de este blog, hay una corriente en las empresas, sobre todo en aquéllas mas cool, relacionada con la transformación de los espacios de trabajo hacia lugares más abiertos (open space), más colaborativos y que promueven o facilitan la conciliación, denominada como no en inglés, “Smart working” o cosas por el estilo.

No seré yo quien me posicione en contra de esta corriente que en términos generales me parece correcta, aunque considero que algunos se les va de las manos cuando, por ejemplo, deciden eliminar los denominados despachos al Comité de Dirección e incluso al CEO. Una cosa es un despacho tipo ático de 120 m2, con materiales nobles y otra cosa es lanzar a la “pradera” a los pobres directivos y directivas para que sean depredados lentamente.

Lo que ya no me parece ni medio bien, por no decir que linda con la estupidez, es tratar de decir que éste o aquél Smart working es conciliador porque sencillamente ha puesto un sofá naranja del IKEA a la entrada y un futbolín en el office, y dos pelotas muuu gordas por el medio para que la gente se “relaje” sobre ellas. Esto es una tontería muuuuu gorda en Madrid, y en Kuala Lumpur.

Todos los empleados se hacen la foto el día de la inauguración con las pelotas (las azules, me refiero), echando una partidica al futbolín y ya. Jamás nadie los usa porque, entre otras cosas, no se ha producido cambio cultural alguno y se sigue viendo igual de mal jugar al futbolín que hace 1 mes cuando empezó el proyecto del famoso smart working.

Sres. y Sras., la conciliación implica una transformación cultural, entrar de lleno en el liderazgo, en los estilos de dirección, en el modelo de desarrollo y reconocimiento. Es una cosa muy sería que poco tiene que ver con el sillón naranja de la entrada.

¿Qué sucede? Muy fácil, las empresas son, por definición, centros de eficiencia, han aprendido, y si no mal les va a ir, a lograr resultados con la mínima inversión y coste. Si intuyen que pueden ser conciliadores (o parecerlo) poniendo el silloncico, en lugar de trabajar durante muchos meses en la transformación cultural, lo harán. Así de fácil.

Pero yo y algunos más no lo vamos a consentir. Una empresa, un entorno de trabajo conciliador, es algo mucho más complejo, algo mucho más potente. Es una nueva cultura, una nueva forma de hacer las cosas, de promover el cambio. Lo del sillón, el futbolín y las pelotas es otra cosa, aunque lo digamos en inglés.

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